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Cinco pasos a considerar antes de asumir una nueva responsabilidad

 

Me han ofrecido asumir un cargo ad-honorem para un tema muy puntual, pero no estoy seguro de aceptar. ¿Cómo debo evaluar la posibilidad de asumir una responsabilidad paralela, que no tiene que ver nada con mi trabajo? ¿Quedo mal si no acepto?

Felicitaciones, es un honor que te pidan ser parte de una organización, una actividad, proyecto o tarea puntual.

Debes entender bien por qué estás dudando aceptar. ¿Hay algo que lo impide o es porque te obligará a salir de tu zona de confort? Probablemente se trata de una reacción natural que vale la pena evaluar. Recuerda que siempre es bueno romper con la rutina, aprenderás cosas nuevas y conocerás personas y organizaciones diferentes.

Si estás dudando porque la tarea, la organización o las personas no te convencen, entonces vale la pena validar tus preocupaciones antes de proceder. Si el chequeo de referencias cuadra, consideraría cinco cosas básicas antes de aceptar.

1. Beneficios. ¿Qué ganas al participar con esta actividad? ¿Aportará a tu CV? ¿Es estratégico para tu carrera? ¿Conocerás a personas clave, de quien puedes aprender? ¿La actividad te abrirá puertas para futuros proyectos?  ¿Adquirirás nuevas habilidades; por ejemplo, aprender cómo funciona un directorio sin fines de lucro, un jurado, o una ONG? ¿Te dará más visibilidad, o la oportunidad de aportar a una causa noble? Hacer estas preguntas es crítico porque se trata de un trabajo para el cual no recibirás remuneración y, por ende, el costo de oportunidad es muy relevante.

2.  Aportes. Pregúntate qué exactamente se espera de ti en este rol. Es común aceptar una responsabilidad basado en la tarea puntual como, por ejemplo, “captación de auspicios,” o “miembro de un jurado” y que luego se espere que lleves a cabo responsabilidades paralelas. Piensa y deletrea bien las responsabilidades para que luego no hayan sorpresas. Proyéctate y piensa si te entusiasma hacer lo que se espera de ti. Si es posible, pregunta y conversa con quienes puedan haber participado previamente.

3.  Tiempo. ¿Cuánto tiempo demandará esta actividad de ti, incluyendo frecuencia de reuniones? No olvides considerar tiempo fuera de los encuentros regulares, como por ejemplo, tiempos de traslado, en subcomités, citando a equipos de trabajo, proveedores, etc. Pregunta también por cuánto tiempo es el compromiso: ¿x reuniones, varios meses, un año, dos años? ¿Hay momentos críticos donde tendrás que estar presente fuera de los horarios esperados?

4.  Entorno. “Dime con quién andas y te diré quién eres” es un dicho que cobra vital importancia al asumir nuevas responsabilidades. Uno, porque querrás saber quién más está involucrado y en qué contexto. Si no los conoces bien, asegúrate de investigar bien a la organización y a las personas que hay detrás, en cuanto a reputación y valores.

5.  Recursos. ¿Qué más, aparte de mi tiempo, tengo que dar? ¿Será necesario contar con un equipo de apoyo? ¿Seré responsable de un presupuesto? ¿Habrá apoyo logístico? ¿De qué tipo?

Lo más importante es tener el panorama claro antes de aceptar. Si decides declinar, el riesgo es que no te vuelvan a invitar. Agradece que hayan pensado en ti y a falta de otra excusa, podrías aludir a otras responsabilidades que impiden que puedas llevar a cabo la tarea a cabalidad. Trata de recomendar a otras personas y muestra tu disposición para colaborar en otro momento, cuando dispongas de más tiempo. Prepárate para ser asertivo y dar un mensaje con seguridad y tranquilidad.

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Artículo originalmente publicado en www.semanaeconomica.com / 14 de Julio 2016

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